De Gualey al Ensanche Espaillat del Distrito Nacional
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Moradores del Ensache Espaillat C/10 |
Joselin Guerrero Ruiz
Santo Domingo, RD.
La República Dominicana es un país diverso, lleno de mucha hermosura, de gente que se caracteriza por ser alegre y muy dada a las celebraciones. Cuando se habla del dominicano regularmente nos encontraremos con una definición muy genérica que nos llene de orgullo, de un deseo inmenso de sumergirnos en el turismo y la gastronomía de una nación que está ubicada en el mismo trayecto del sol y que es conocida como Quisqueya la bella.
La luz del dominicano pocas veces es sesgada por las circunstancias, y adentrándonos a los sectores menos favorecido del país es como podemos notar la esencia de la alegría de sus moradores, su fe y sus ganas de hacer de lo poquito suficiente.
Gualey y el Ensanche Espaillat son dos barrios
hermanos, separados por limites imaginarios y seudónimos que enumeran sus
calles, ambos en el centro de la capital, poblados por familias invasoras y que
son marginadas por su condición social, pero con gente alegre que busca cambiar
su realidad.
Estar en la calidez de sus casas es un reto para muchos, el calor se adentra y llegada la noche todo parece ser peor, convirtiendo todo en una razón para conversar con el vecino y tener motivos de ser más sociales, todo se celebra y es indicio de fiesta, tanto así, que en medio del confinamiento lo que era aplaudido como bueno pasa a ser un acto de imprudencia.
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Moradores desde las inmediaiones de su hogar |
El día de las madres no paso por alto en estos
sectores y desde la calle 10 hasta la 16, se podía apreciar la muchedumbre
bebiendo, disfrutando y bailando al ritmo del teteo sin control, a pesar de que
los boletines de Salud Pública, advierten a la población de la realidad de la
pandemia estos parecían estar ajenos y dispuestos a vivir el momento.
Las calles producían grimas y los policías se unían a
las aglomeraciones luciendo desinteresados, quizás agotados, pero lo que si se
puede decir es que ellos nunca fueron una amenaza para los civiles que estaban
tomando a pico de botella y fumando hooka.
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Policias de turno indiferente al panorama |
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Datos suministrados por el Ministerio de Salud pública RD |
“Uno tenía mucho trancao, casi más de un año trancao
tu sabes lo que es eso, eso no es nada que uno la pase bien un día” comentó la
señora Anny Espinal, de 49 años de edad.
Las medidas impuestas por el gobierno parecen no ser suficiente
y siempre que se flexibilizan solo parecen un detonante que amenaza nuestra economía
como nación.
“Shaa ellos dicen eso porque tienen dinero, uno en su
casa y ellos en resort por ahí, los pobres tenemos derecho también”. Declaraciones
hechas por el joven de 21 años, Euris Bocio.
Como la historia de las diez vírgenes se encuentra la población
dominicana, dividida entre las vírgenes insensatas que se quedaron sin aceites
y las prudentes que mantuvieron el aceite de sus lámparas hasta que el esposo llego a ellas.
Mientras una parte de la población acude a los centros de vacunación en busca de reintegrarse a la sociedad sin temor al Covid-19, otros temen a la vacuna, pero no a estar expuestos a la infección viral que amenaza la vida de muchos y a la vez, nos ponen ante la lupa del mundo, pero no como la etnia alegre que siempre desborda en alegria, sino como el país en grado cuatro que no debe ser concurrido debido al alza de casos en solo una semana.
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